Como ya hemos visto, los viajes de esquí que organizamos suelen tener como opción el traslado en autobús hasta la estación de destino. Este traslado se realiza en un autobús especial, con suficiente espacio para trasladar tanto el equipaje de los participantes como su material de esquí, si no hicieran uso del que nosotros ofrecemos para alquilar. Desde el propio autobús, las familias están ya acompañadas por el equipo de monitores que les guiará y asistirá durante todo el viaje. En caso de aquellas familias que viajen por su cuenta, contarán con el teléfono de contacto del equipo de coordinación y con instrucciones sobre los horarios de entrada y los primeros servicios que ofrece tanto el alojamiento como nuestro propio equipo.
Una vez instalados todos en el alojamiento, se informa de los horarios y la ubicación de las clases de esquí, que arrancan al día siguiente, para aquellos que las hayan seleccionado. Como veíamos anteriormente, en el caso de los niños/as hasta los 13 años, el monitor que les imparte las clases les acompaña durante todo el tiempo en la estación. Las familias pueden coordinarse con este monitor para ver a los más pequeños en determinados momentos o sacarles del grupo un rato y esquiar con ellos. De esa manera, los padres pueden esquiar con la mayor confianza y tranquilidad de que sus hijos no sólo están aprendiendo, sino que lo están haciendo de la forma más segura.
Una vez terminadas las clases, se inicia la vuelta al alojamiento. Dependiendo del destino, la comida puede haberse realizado en pistas o en el propio alojamiento, si está accesible desde la estación. Por la tarde, se arrancan las actividades de ocio destinadas a los pequeños, donde las familias también pueden participar. Tras la cena, el equipo prepara una última actividad: la velada, destinada a ofrecer un último momento de diversión hasta del merecido descanso necesario para el siguiente día de esquí.